domingo, 2 de enero de 2011

Bote sobre el lago Pox.

El lago Pox es verde y rojo. No hay naturaleza, solo ficción y pensamientos alimentados con la virtualidad mágica de los cómputos asesinos.

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El pequeño bote fue arrojado adrede desde el Gran Barco, es parte de un experimento. Plus, el Gran Barco pertenece a la gran corporación Pox y esta, por ende, a su presidenta y a su Dios.

Esto es hoy. Es formidable la gama ofrecida por el latir de un corazón y la respiración de unos pulmones. Esta primera publicación y asomo a la nebulosa digital pudo haber sido en medio del latir de un corazón y la respiración de unos pulmones la publicación de una nueva constitución en un Nuevo Mundo o el Home Run de algún beisbolista; pero los instrumentos decidieron venir por esta sonata y los ratones decidieron hacerle click.

Volviendo a Pox, el bote se acerca poco a poco a la orilla, los peces del lago divagan ténebros de aire puro y la madera de los árboles se hace buena para ser cortada, los montes buenos para ser quemados y los dedos inútiles para cargar un arma y matar al enemigo. Desde el bote se admiran pegasos hermosos.

En Pox el universo es posible, no hay ningún paralelismo, todo existe, todo se hace posible y todo tiene su lugar. ¿Pox o tormentas sinápticas?

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